Y: The Last Man — La Ciencia Ficción Como Espejo de la Ansiedad Global Post-9/11
El cómic, a lo largo de su historia, ha demostrado ser un barómetro sensible de las preocupaciones de la sociedad. Así como el cine de monstruos de la posguerra reflejaban el miedo a los horrores nucleares, la ficción distópica que surgió a principios del siglo XXI se centró en la inestabilidad global que siguió a los ataques terroristas. En este contexto, la serie Y: The Last Man, de Brian K. Vaughn y Pia Guerra (publicada bajo el sello Vertigo de DC Comics), sigue siendo una obra maestra de ciencia ficción meticulosa e inspirada.
El primer número de la serie debutó en 2002, casi un año después de los ataques del 11 de septiembre. La influencia de ese evento trágico es “clara en esos primeros números”, y el equipo creativo utilizó la alegoría para explorar “precisamente cómo cambió el mundo”.
El incidente central es el “incidente desencadenante”: un día de julio, todos los machos mamíferos con cromosoma Y mueren en “muertes viscerales y sangrientas”. La humanidad se enfrenta a una extinción inminente, y el mundo queda “asustado, inseguro y tratando de reconstruir las piezas de la sociedad”. En lugar de optar por amenazas comunes como extraterrestres, gérmenes o zombis, la elección de mantener la causa de la muerte como un misterio fue “la elección más inspirada”. Esta incertidumbre narrativa reflejó el terror posterior al 9/11, donde el enemigo era invisible y la amenaza, inexplicable.
La Odisea Romántica y la Ironía Fatal
El último hombre sobre la Tierra es Yorick Brown, un “artista del escape” inmaduro, que emprende un viaje épico de 60 números junto a su mono capuchino, Ampersand. Su misión primaria es encontrar a su madre, la Congresista, pero su motivación personal más intensa es reunirse con su prometida, Beth, quien se encontraba en Australia.
La verdadera genialidad y la ironía central de la historia radican en esta búsqueda. Yorick no sabe que, en el momento del colapso, Beth estaba a punto de terminar su relación. Él arriesga todo, cruza continentes y sobrevive a innumerables peligros por un amor que, en circunstancias normales, ya no existiría. Esta motivación, basada en una ilusión que solo la catástrofe global pudo preservar, convierte la serie en una tragedia romántica oculta dentro de la ciencia ficción, mostrando la persistencia de las prioridades personales incluso frente a la aniquilación.
Mientras Yorick se enfoca en su misión sentimental, el mundo se desgarra bajo la crisis de poder. La serie es también un “thriller político subestimado”. La Congresista Jennifer Brown, madre de Yorick, se convierte en un personaje fundamental, exponiendo la inestabilidad.
CBR, el sitio especializado en noticias de cómics, subraya el dramatismo político al detallar un incidente clave en los primeros números: Yorick llega a Washington D.C. justo cuando se produce un enfrentamiento violento. Agentes del Servicio Secreto se topan con esposas de funcionarios republicanos “armadas con pistolas”, que demandan ocupar los escaños de sus maridos fallecidos. Este acto, que se vuelve sangriento por un error, establece el tono distópico de un mundo donde la democracia se disuelve en milicias y confrontaciones por el poder.
La necesidad de 60 números para narrar cómo Yorick, acompañado por la Agente 355 y la Doctora Mann, navega por este “asunto global” —lidiando con cultos y facciones armadas— es lo que, según las fuentes, explica por qué la adaptación televisiva de Y: The Last Man estaba “condenada desde el principio”. Su densidad temática y el vasto alcance narrativo eran difíciles de replicar en otro formato.
La Guerra Fría generó historias de miedo nuclear y Y: The Last Man reflejó el trauma post-9/11. ¿Qué evento actual crees que está definiendo las narrativas de cómics de ciencia ficción y terror de hoy, y qué tipo de “monstruo” o “apocalipsis” representa mejor nuestra ansiedad colectiva contemporánea?